Café en olla
- Daniel Barbosa Saavedra
- 2 abr
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Actualizado: 4 abr
Imaginemos esta preparación como un ritual en el que nos desconectamos de la tecnología al no presionar el botón de encendido de la cafetera eléctrica. Redacción por: Gabriela Martínez. Fotografía por: Ernesto Esquivel.

Monterrey, 2025. Una de las formas más antiguas y aún puestas en práctica de preparar café es la de hervir el agua en una olla y después agregarle el café molido, integrar, reposar, colar y servir. Cuando se trata de preparar café negro este método lo podemos encontrar en todos los continentes con muy ligeras variaciones y con un sinnúmero de recetas en cuanto a agregar sabores. El uso de las cafeteras eléctricas convencionales, las percoladoras y el café soluble en las casas y oficinas han hecho en gran parte que se haya dejado de consumir de esta forma. Tanto que muchos ni siquiera la toman en cuenta y que al no tener una cafetera eléctrica, simplemente desaparece la opción de tomar esta bebida.
Dentro de las nuevas corrientes de café especializado también se ha puesto un poco de lado esta práctica, casi mayormente debido al alto riesgo de quemarlo, ya que muchas veces se deja hervir junto con el agua por varios minutos, pero fácilmente se evita al hervir el agua primero y después agregar el café. Imaginemos esta preparación como un ritual en el que nos desconectamos de la tecnología al no presionar el botón de encendido de la cafetera eléctrica. En donde se aromatiza nuestro espacio, donde nos deleitamos viendo las burbujas doradas en la olla y donde al final disfrutamos y compartimos un café lleno de sabor y cuerpo. Como con muchas cosas más, con el café es bueno hacer un regreso a lo básico y simple, al origen. Probarlo por lo que es, sin adornos, sin tecnología y sin etiquetas. Si queremos adentrarnos en este mundo tan vasto y siempre en crecimiento, ésta es una buena forma de “tocar base” y tomar perspectiva o simplemente darnos los buenos días con una taza o dos.
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